¿Puede un aula tener realmente un clima positivo cuando la relación entre los maestros de esa aula es tensa?
Las puntuaciones del dominio Apoyo emocional para CLASS tienden a ser más altas en promedio, y a menudo se observa que la emoción representa una gran parte del modo en que muchos de nosotros elegimos trabajar en la educación temprana: ¡Nos encantan los niños! ¡Cultivar las mentes jóvenes es nuestra pasión! Enseñamos porque realmente nos importa.
En la práctica, he observado que, si bien se dice mucho sobre cómo se *sienten* los maestros con respecto a los niños, se presta menos atención a cómo se *comportan* los equipos docentes entre sí. Todavía escucho maestros decir que siguieron una carrera en la enseñanza porque les encanta trabajar con otros adultos en las aulas, o que les apasiona la enseñanza conjunta colaborativa.
A decir verdad, muchas aulas presentan una tensión significativa entre adultos, que se genera por distintos motivos (incluidas las diferencias culturales, los malentendidos generacionales, los resentimientos sobre las credenciales y la promoción, etc.). Cuando la tensión no se aborda, resta valor a las experiencias positivas del aula. ¿Qué aprenden los alumnos de los maestros que tienen problemas para interactuar entre ellos? Sabemos que el aprendizaje ocurre en el contexto de las interacciones; por eso, cuando los maestros dan un ejemplo de disfunción, los niños también aprenden algo de eso.
Primero presté atención al fenómeno del clima positivo bajo (a veces clima negativo parcial) entre los maestros cuando hacía coaching basado en CLASS en un salón donde ambos maestros estaban altamente capacitados, pero no se comunicaban entre sí más allá de lo absolutamente necesario. Cada semana veía cómo ambos maestros mostraban fortalezas en todos los dominios, pero apenas se les veía hacer contacto visual entre la llegada de los alumnos y la hora del almuerzo. Muy pocas veces se hablaban; a veces se dirigían a través de los alumnos. No era raro ver a cualquiera de ellos poner los ojos en blanco y murmurar para sí mismos mientras el otro se alejaba de una de sus conversaciones forzadas. Como observador, me preguntaba: “¿Cómo se comportan cuando *no* estoy aquí mirando?” y, lo que es más importante, “¿cómo está afectando esto a los alumnos?”
Quedó claro que esto estaba sucediendo en muchas aulas de la ciudad; los maestros enseñaban uno al lado del otro, pero no en colaboración. Pasaban el día ignorándose mutuamente hasta que ya no se podía evitar el contacto. Como coach, pude ver que esto reducía las habilidades de los equipos para comunicarse de manera eficaz y permitía que los alumnos se deslizaran por las grietas que dejaban sus silencios: no se comunicaban entre sí; no verificaban la información; no se recordaban ni se preguntaban cosas. Esto generaba confusión y muchas oportunidades perdidas para generar comunicación y servir de ejemplo positivo.
Otros impactos negativos de estas conductas: interrumpen la unidad del entorno del aula al limitar la capacidad del equipo docente para brindarse apoyo mutuamente y envían un mensaje contradictorio a los alumos, haz lo que yo digo, no lo que yo hago. ¿Qué tan eficaces son las estrategias de clima positivo si los maestros no brindan un ejemplo en la vida real? Dirigir nuestra atención a este tema importante puede ser clave para crear entornos de aprendizaje que proporcionen una base segura y más uniformemente positiva para el aprendizaje.
A menudo les pedimos a los alumnos que sean más valientes que nosotros y que tomen riesgos que nosotros no estamos dispuestos a tomar. Sin modelos a seguir para las conductas que construyen conexiones emocionales, ¿cómo pueden los alumnos confiar en nosotros para que los cuidemos en estos lugares vulnerables? ¿Podemos realmente esperar que nos tomen en serio cuando decimos: “Díles cómo te sientes al respecto”, si ven que evitamos la conversación directa entre nosotros todos los días? Las habilidades sólidas requieren práctica regular, y los maestros deben practicar si quieren construir un marco sólido para interacciones y comunicaciones positivas.
Analicemos los indicadores de clima positivo y pensemos en formas de fomentar estas conductas entre los adultos. Esta puede ser una práctica útil tanto para los supervisores como para los maestros. Haz estas preguntas para reflexionar sobre el clima positivo entre maestros en tu entorno:
Los ejemplos clave a seguir en el aula deben demostrar la construcción de relaciones, comunicación positiva, afecto positivo y respeto entre ellos. Esto es lo que significa ser un ejemplo a seguir: las conductas demostradas son parte del conjunto de herramientas de un equipo de enseñanza.
La educación temprana es una tarea difícil. Requiere de un ritmo rápido, es físicamente exigente y emocionalmente agotadora. Es fácil sumar malentendidos y herir los sentimientos en este tipo de entorno. Puede ser un desafío salir de esas situaciones mediante conversaciones sinceras, pero posiblemente incómodas. Sin embargo, como hemos llegado a comprender el valor de reservar tiempo para la planear y observar las clases, también debemos comprender el valor de cultivar un clima positivo entre los equipos docentes.
Cuando se observan las aulas, las decisiones de calificación no se basan en lo que los maestros sienten o pretenden, sino en lo que se ve. Buscar y esperar conductas que brinden apoyo a las interacciones positivas entre los maestros respaldará el éxito de los maestros y los alumnos.
Atena Danner es coach y capacitadora de educación de la primera infancia que trabaja principalmente con maestros de Head Start en Chicago, IL. Es madre, artista, escritora y defensora de la justicia. Es Blogger Invitada de Teachstone.
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¡A veces tenemos que soltar y ser flexibles! Apartarse del currículo y dejar que el aprendizaje ocurra de manera más natural puede hacer que el aprendizaje sea más significativo. Por supuesto, tener objetivos y estándares de aprendizaje sigue siendo importante, pero es importante administrar la experiencia para alcanzar esos objetivos de aprendizaje sin dejar de centrarse en los intereses de los niños.
En el episodio de esta semana, hablamos con Maria-Cristina Caro. Ella ha estado trabajando en el campo de la educación infantil durante más de 28 años y quien además de tener una brillante trayectoria en el espacio de la educación tiene también una formación profesiona excepcional.
Escucharas la conmovedora experiencia de María Cristina Caro en el mundo de la educación desde una edad muy temprana, así como también muchos consejos sobre cómo y por qué utilizar el juego como vehículo del apredizaje.
En todo el país, se les pide a los maestros que aprenden sobre CLASS que narren sus acciones y transmitan deportes sobre las experiencias de sus hijos para apoyar y alentar el desarrollo saludable del lenguaje. Al escuchar esto, muchos maestros pueden preguntarse: "¿La gente pensará que estoy loco si empiezo a hablar solo en el salón de clases?"
La respuesta es no. El diálogo autónomo y paralelo son estrategias beneficiosas para que los maestros participen porque fortalecen los entornos ricos en lenguaje y mejoran el desarrollo del vocabulario, y al mismo tiempo apoyan construcción de relaciones efectivas entre maestros y niños.
Sabemos que uno de los factores más importantes en el éxito de los niños y adolescentes en la escuela es la calidad de sus maestros—y específicamente la efectividad de las interacciones diarias que apoyan el aprendizaje social y académico de los estudiantes. Hoy más que nunca, los docentes necesitan tiempo para aprender y reflexionar sobre su propia práctica profesional.
Pero con demasiada frecuencia, las experiencias de aprendizaje profesional son presentaciones de "sentarse y recibir" y están desconectadas de la práctica diaria de los docentes. Y muchos programas de aprendizaje profesional basados en la investigación no han logrado demostrar un impacto a gran escala porque a menudo requieren muchos recursos y no encajan bien en los planes de aprendizaje profesional de las escuelas.
En nuestro seminario web reciente, Dar el paso hacia la 2ª edición de CLASS®, compartimos el modo en que los programas y las personas pueden comenzar a experimentar y utilizar la herramienta CLASS® mejorada desde preescolar hasta tercer grado. Y, en esta publicación reciente del blog, realizamos un análisis más profundo del significado de estas mejoras para los observadores certificados.
Para lograr una mejora de calidad continua, el coaching eficaz es clave. Mediante el uso de estructuras y programas de coaching eficaces, las organizaciones pueden desarrollar mejoras de calidad que brindan apoyo al desarrollo y aprendizaje de los niños y niñas. Y, con CLASS® y las certificaciones de coaching de CLASS, las organizaciones pueden enfocar sus mejoras en las interacciones entre el educador y el niño demostradas en la investigación.