A partir del año 2010, es decir a lo largo de casi una década, el Banco Interamericano de Desarrollo, (BID), llevó a cabo un estudio longitudinal aleatorizado en Ecuador llamado Cerrando Brechas (Closing Gaps), utilizando el instrumento CLASS y enfocado a comprender mejor las características o prácticas de los docentes más exitosos en cerrar la brecha de rendimiento académico entre los niños y las niñas más pobres de sus aulas y sus compañeros de escuela con mayores ingresos económicos. (Más información aquí)
Cerrando Brechas reveló que, independientemente de la edad de los maestros, su coeficiente intelectual o credenciales académicas y profesionales, es la forma en que los maestros interactúan con los estudiantes lo que está más fuertemente asociado con los mejores resultados de aprendizaje de los niños y niñas.
Con la determinación de que estos hallazgos no se queden solamente como un documento académico valioso, sino que empoderen a los maestros y, en consecuencia, mejoren la calidad de vida de los niños; el BID, en colaboración con el Ministerio de Educación de Ecuador, se embarcó en un ambicioso proyecto piloto, enfocando sus esfuerzos en mejorar las interacciones cotidianas entre maestros, niños y niñas. Con el apoyo de Teachstone y expertos de la Universidad de Virginia, educadores e investigadores de los Estados Unidos y Ecuador; formaron un equipo de trabajo que durante 18 meses se enfocó en traducir y revisar materiales relacionados, adaptando My Teaching Partner (MTP) y Making the Most Teaching Interactions (MMCI), combinando el aprendizaje grupal y el entrenamiento individual en un proyecto piloto como ningún otro en América Latina.
El proyecto piloto, diseñado como un ensayo de control aleatorio, reclutó a un grupo cuidadosamente seleccionado de diez maestras ecuatorianas de primer grado de educación básica, altamente motivadas para convertirse en entrenadoras de MTP de un grupo de tratamiento de 100 maestros en servicio activo. Las maestras mentoras fueron identificadas por sus colegas, directores de la institución educativa, y a través de pruebas de evaluación previamente realizadas, como poseedores de cualidades únicas de liderazgo, empatía y enseñanza centrada en el niño/a. Posteriormente a una capacitación presencial intensiva de dos semanas, cada una de ellas fue asignada a un grupo de 10 maestros con el objetivo de apoyar/acompañar a comprender, reflexionar, identificar y llevar a la práctica interacciones efectivas en el aula.
Debido a que el acceso a Internet de alta velocidad no estaba ampliamente disponible en Ecuador, las sesiones de MTP se ofrecieron en forma presencial y personal. Después de una introducción al marco CLASS a través de MMCI, en septiembre de 2017, los maestros fueron filmados durante 30 minutos de su práctica en el aula cada semana; sus mentoras recibieron y revisaron sus filmaciones para identificar momentos eficaces y elaborar preguntas de reflexión. Durante las reuniones quincenales presenciales de dicho año escolar, las mentoras apoyaron a los maestros a identificar correctamente y reflexionar sobre sus propios momentos exitosos en el aula. Juntos, mentoras y maestros, también desarrollaron un Plan de Acción individualizado orientado a ampliar tanto la frecuencia como la intensidad de esos momentos exitosos, semana tras semana.
El proyecto piloto condujo a un cambio significativo de paradigma en la forma en que los maestros concebían sus roles en el aula, así como su capacidad para apoyar el aprendizaje de sus estudiantes. En las evaluaciones de fin de año, un alto porcentaje de los maestros participantes describieron un crecimiento personal y profesional importante a través de su participación en el proyecto piloto. Como una anécdota, muchos maestros se sorprendieron con dimensiones como Manejo de la Conducta (BM), aprendiendo por primera vez sobre el poder de aplicar estrategias proactivas y positivas para apoyar la participación exitosa de los niños y las niñas en la sala de clase. Una maestra participante, reflexionando sobre el cómo la dimensión de Manejo de la Conducta (BM) se había convertido en una herramienta de auto-empoderamiento comentó: “En el transcurso del otoño, me di cuenta de que no había niños malos en mi salón de clases, solo un mal manejo de las expectativas de comportamiento. Otros maestros me preguntan ahora por mis “secretos” cuando pasan por mi salón de clases y ven a todos los niños sentados y trabajando tan bien, a veces incluso haciendo cosas sin que se les pida”. Muchos docentes también reflexionaron sobre el poder del Clima Positivo (CP), una dimensión que validó las experiencias de unos y motivó a otros. Anteriormente, se consideraba que ser "agradable" no era directamente relevante para el aprendizaje de los niños y las niñas. “Aprender sobre el clima positivo cambió todo para mí”, informó un maestro quien añadió: “Ahora sé que los niños aprenden mejor cuando se sienten felices. No se trata solo de ser amable; sino [de brindar] una buena enseñanza”.
Otro maestro comparó el trabajo a través del marco CLASS como que si a alguien se le mostrara una pelota para hacer malabares por primera vez en septiembre, ¡y se les pidiera hacer malabares con diez pelotas en abril! El comentario en este contexto es revelador: si bien las mentoras, directoras, y equipo facilitador del programa observaron los éxitos diarios, los resultados de fin de año del rendimiento de los estudiantes no mostraron mejoras medibles significativas. Un Ministerio de Educación y donantes impacientes por un impacto y desmotivados por los aparentes escasos resultados tomaron la decisión de no financiar un segundo año del proyecto. Lamentablemente este tipo de decisiones es frecuente en los proyectos de intervención educativa en donde la presión para encontrar soluciones únicas, rápidas y fáciles a problemas profundos y complejos; puede obstaculizar el proceso y esfuerzo sostenido que los maestros necesitan para evolucionar en el tiempo y crecer verdaderamente (¿exponencialmente?) en su propia práctica.
En conclusión:
A pesar de su final prematuro, hay una serie de lecciones importantes aprendidas del proyecto piloto de Ecuador que esperamos incorporar en futuras versiones de este trabajo. Entre las lecciones aprendidas está la importancia de involucrar al liderazgo escolar de manera temprana y significativa; proporcionar incentivos reales para los profesores que dediquen su recurso más preciado, el tiempo, al desarrollo profesional; y apoyar a los mentores en un proceso paralelo al que utilizan para apoyar a los profesores. Concluimos el proyecto piloto en Ecuador convencidos de que la formación eficaz de profesores basada en CLASS, incluso en un entorno de recursos limitados, es factible ya que respeta el contexto local y el de los maestros. Finalmente, sabemos que un grupo de 110 maestros ecuatorianos en 204 escuelas ha aprendido a observar sus estudiantes y sus aulas a través del lente CLASS y, por lo tanto, están preparados para interactuar con los estudiantes de manera positiva, receptiva y desde la rigurosidad académica. Posiblemente, las oportunidades de liderazgo permitirán a estos educadores efectivos difundir su aprendizaje a otros.