Imagínese que es un niño que ingresa a un aula por primera vez. Piense en cómo se sentiría. ¿Con miedo? ¿Confundido? ¿Entusiasmado?
Esos primeros momentos en el aula podrían definir sus sentimientos sobre la situación y quizás sobre la escuela en general. ¿Y si el maestro está ocupado con otro niño y no le presta atención? ¿Y si se pone a llorar y el maestro le dice que ya es grande para llorar? ¿Tendría ganas de regresar al día siguiente?
Para seguir reflexionando sobre esto, pensemos en Julia, una niña de tres años que está por comenzar su vida escolar. Camino a la escuela con la madre estaba bastante entusiasmada, pero al llegar al edificio comenzó a sentir ansiedad. Vio a su alrededor muchos niños, muchos más de lo que acostumbraba ver en la guardería donde pasó los dos años anteriores. Julia tomó con fuerza la mano de la madre. No estaba convencida de ingresar.
Una de las maestras percibió esto y se acercó enseguida. Se puso a la altura de Julia y le habló con tranquilidad y voz suave. Le dijo que estaba feliz de verla allí y le contó sobre los demás niños y lo que harían en la escuela. La maestra le sonrió y le dijo que la ayudaría a hacer amigos y a acostumbrarse a todo. Tras varios minutos, Julia tomó a la maestra de la mano y se acercó a un grupo de niños que jugaban al pato ñato, uno de sus juegos preferidos.
Al acercarse a hablar con Julia, la maestra sentó las bases de una relación positiva con la niña. Esas pequeñas interacciones le indicaron a Julia que la maestra era consciente de sus sentimientos y estaba allí para ayudarla, lo cual le dio la seguridad para despedirse de la madre y explorar el lugar.
Imagine si la maestra también la ayuda a hallar su casillero y guardar sus cosas (mientras le dice con entusiasmo que le encanta la mochila que Julia eligió para ese día tan especial). Luego imagine que el aula está preparada con material interesante y atractivo, y que la maestra la acompaña a Julia mientras explora el lugar y la alienta a jugar con los demás niños. Además, la maestra se asegura de que Julia sepa exactamente qué van a hacer en cada momento del día, para que no se sorprenda al ir a otra sala o pasar a otra actividad. Con el apoyo de la maestra, Julia aprendió dónde hallar algo de comer, cómo ir al baño y cómo jugar afuera. ¡Ojalá todos los niños tuvieran una experiencia tan positiva en su primer día de escuela!
La enseñanza se basa en las relaciones. Las relaciones dependen de cada interacción, de esas experiencias compartidas que generan expectativas en cuanto a cómo actuará una persona con otra. ¿Será atenta o descortés, cálida y afectuosa o intimidante e impredecible?
Las interacciones positivas, según la definición de CLASS, ayudan a generar relaciones que fomentan el desarrollo de los niños. Estamos en condiciones de medir la calidad de estas interacciones y brindar apoyo para generar conexiones más fuertes y positivas.
A partir del año 2010, es decir a lo largo de casi una década, el Banco Interamericano de Desarrollo, (BID), llevó a cabo un estudio longitudinal aleatorizado en Ecuador llamado Cerrando Brechas (Closing Gaps), utilizando el instrumento CLASS y enfocado a comprender mejor las características o prácticas de los docentes más exitosos en cerrar la brecha de rendimiento académico entre los niños y las niñas más pobres de sus aulas y sus compañeros de escuela con mayores ingresos económicos. (Más información aquí)
Cerrando Brechas reveló que, independientemente de la edad de los maestros, su coeficiente intelectual o credenciales académicas y profesionales, es la forma en que los maestros interactúan con los estudiantes lo que está más fuertemente asociado con los mejores resultados de aprendizaje de los niños y niñas.
Los bebés pequeños desarrollan una relación única, conocida como apego, con sus cuidadores. Para desarrollar vínculos seguros, los bebés deben saber que al menos una persona realmente se preocupa por ellos. Los cuidadores brindan ese consuelo al ayudar a los bebés a regular sus necesidades y emociones, como el hambre y la tristeza. Con apegos saludables, los bebés desarrollan un sentido de seguridad y confianza.
Los bebés necesitan ser cargados, tener interacciones cara a cara, sentir otro latido humano. Al satisfacer estas necesidades, los cuidadores fomentan el apego. Planifique cómo satisfará estas necesidades esenciales, mientras se mantiene a usted y a los bebés a salvo.
Debido a los efectos vigentes de la pandemia de COVID-19, muchas escuelas y programas están limitando la cantidad de personas que pueden ingresar a las aulas durante el año escolar 2020-2021. En muchos casos, solo los trabajadores esenciales tienen permiso para ingresar a las aulas, lo que puede impedir que se realicen las observaciones de CLASS® en persona. Por esta razón, algunos programas pueden elegir realizar las observaciones de CLASS por medio de una plataforma de videoconferencia.
La temporada de regreso a la escuela es muy diferente este año, ya que los distritos se adaptan a la pandemia de COVID-19 mediante la adopción de políticas y procedimientos nuevos. Muchas localidades han optado por modelos de enseñanza virtuales o híbridos, lo que requiere que los docentes aprendan nuevas maneras de relacionarse con los niños y, quizás igualmente importante, con las familias de los niños. Las interacciones eficaces, tales como aquellas que se describen en la herramienta CLASS®, se encuentran en el núcleo de la enseñanza y pueden ser un modelo para las relaciones productivas con las familias de los niños.