Imagínese que es un niño que ingresa a un aula por primera vez. Piense en cómo se sentiría. ¿Con miedo? ¿Confundido? ¿Entusiasmado?
Esos primeros momentos en el aula podrían definir sus sentimientos sobre la situación y quizás sobre la escuela en general. ¿Y si el maestro está ocupado con otro niño y no le presta atención? ¿Y si se pone a llorar y el maestro le dice que ya es grande para llorar? ¿Tendría ganas de regresar al día siguiente?
El impacto de las interacciones maestro-alumno
Para seguir reflexionando sobre esto, pensemos en Julia, una niña de tres años que está por comenzar su vida escolar. Camino a la escuela con la madre estaba bastante entusiasmada, pero al llegar al edificio comenzó a sentir ansiedad. Vio a su alrededor muchos niños, muchos más de lo que acostumbraba ver en la guardería donde pasó los dos años anteriores. Julia tomó con fuerza la mano de la madre. No estaba convencida de ingresar.
Una de las maestras percibió esto y se acercó enseguida. Se puso a la altura de Julia y le habló con tranquilidad y voz suave. Le dijo que estaba feliz de verla allí y le contó sobre los demás niños y lo que harían en la escuela. La maestra le sonrió y le dijo que la ayudaría a hacer amigos y a acostumbrarse a todo. Tras varios minutos, Julia tomó a la maestra de la mano y se acercó a un grupo de niños que jugaban al pato ñato, uno de sus juegos preferidos.
Sea consciente de la perspectiva de los alumnos
Al acercarse a hablar con Julia, la maestra sentó las bases de una relación positiva con la niña. Esas pequeñas interacciones le indicaron a Julia que la maestra era consciente de sus sentimientos y estaba allí para ayudarla, lo cual le dio la seguridad para despedirse de la madre y explorar el lugar.
Imagine si la maestra también la ayuda a hallar su casillero y guardar sus cosas (mientras le dice con entusiasmo que le encanta la mochila que Julia eligió para ese día tan especial). Luego imagine que el aula está preparada con material interesante y atractivo, y que la maestra la acompaña a Julia mientras explora el lugar y la alienta a jugar con los demás niños. Además, la maestra se asegura de que Julia sepa exactamente qué van a hacer en cada momento del día, para que no se sorprenda al ir a otra sala o pasar a otra actividad. Con el apoyo de la maestra, Julia aprendió dónde hallar algo de comer, cómo ir al baño y cómo jugar afuera. ¡Ojalá todos los niños tuvieran una experiencia tan positiva en su primer día de escuela!
La enseñanza se basa en las relaciones. Las relaciones dependen de cada interacción, de esas experiencias compartidas que generan expectativas en cuanto a cómo actuará una persona con otra. ¿Será atenta o descortés, cálida y afectuosa o intimidante e impredecible?
Aprenda a interactuar de manera positiva con los niños
Las interacciones positivas, según la definición de CLASS, ayudan a generar relaciones que fomentan el desarrollo de los niños. Estamos en condiciones de medir la calidad de estas interacciones y brindar apoyo para generar conexiones más fuertes y positivas.